El terroir o terruño es un término desarrollado en los siglos XVII y XVIII que hace referencia al origen del vino. Esencialmente, se relaciona con las características de la tierra, pero su complejidad va más allá. El terroir hace referencia a todo un conjunto de factores, como el suelo, la naturaleza o el clima que rodea el viñedo, los métodos utilizados en su proceso de creación y la tradición vitivinícola. Si quieres averiguar cómo afectan todo esto al vino, ¡sigue leyendo!

Las características del suelo

La composición del suelo es el primer elemento que influye en el terruño y, por ende, también en el vino. Las viñas tienen un comportamiento muy distinto dependiendo de cómo sea la superficie en la que estén cultivadas: si es más o menos rocosa, con mayor o menor cantidad de minerales, etc. Este tipo de detalles afectan en gran medida al sabor del vino.

  • Los suelos pedregosos son los más indicados para el cultivo de la vid, ya que retienen mejor la humedad y favorecen el drenaje. Además, las piedras recogen calor por el día y lo irradian por la noche, favoreciendo la maduración de las uvas.
  • Los suelos arenosos también facilitan la permeabilidad, pero otorgan finura y ligereza a los vinos, que suelen ser más suaves y con baja graduación alcohólica.
  • Los suelos graníticos hacen que las uvas maduren más despacio, de manera progresiva, y suelen dar vinos muy aromáticos, con ligeros toques salinos y una buena acidez.
  • Los pizarrosos son suelos con poca materia orgánica y que reflejan el calor del sol, por lo que dan maduraciones más tempranas y elevados grados alcohólicos.

La influencia del clima

El clima es otro elemento fundamental del terroir. Las distintas temperaturas, la oscilación térmica, la altitud y latitud, las precipitaciones, la humedad, el viento… le aportarán unas características determinadas al vino.

Las uvas que crecen en climas cálidos tienden a tener niveles más altos de azúcar, por lo que dan vinos con mayor porcentaje de alcohol y menor acidez. Con las uvas cultivadas en climas fríos ocurre lo contrario, presentan menores niveles de azúcar, pero mayor retención de la acidez, por lo que el vino resultante presenta un menor grado alcohólico.

Tradición y cultura vitivinícola

Las técnicas tradicionales de viticultura tampoco pueden faltar a la hora de hablar del terroir, así como la tecnología empleada en la elaboración del vino.

A lo largo de los años, el viticultor interviene sobre el viñedo de diversas formas, desde la preparación del terreno hasta la aplicación de diversos sistemas y tecnologías de cultivo. Esto hace que un viñedo se vaya diferenciando gradualmente de otros situados en su entorno y, por lo tanto, los vinos elaborados a partir del mismo también se van a presentar distintos matices.

El terroir incide directamente en el perfil del vino, sus aromas o su estructura. Tanto el tipo de tierra en la que crece la viña, como el clima y la tradición vitivinícola, terminan dándole al vino unas propiedades únicas que definen su estilo y personalidad. Los vinos de Adega Just B transmiten todas las peculiaridades de su terruño (el clima atlántico, los suelos graníticos y algo arenosos, la tradición en su cultivo, etc.), por eso muestran un carácter único que no deja a nadie indiferente. ¡Pruébalos!