Mucho se ha escrito sobre el maridaje, la habilidad de combinar el vino con los alimentos de tal forma que se potencien el uno al otro, creando una experiencia gastronómica redonda. Sin embargo, la única regla para maridar correctamente es que… ¡no hay reglas fijas! Lo que sí existen son ciertas guías o sugerencias que nos ayudan a acertar en este arte. En Just B te mostramos algunas de las claves para maridar como un experto.

Elige los vinos como un menú

Cuando se diseña un menú gastronómico, lo habitual es crearlo de tal forma que no nos cansemos de él a mitad de la lista de platos. Para esto es importante combinar alimentos más ligeros con otros más contundentes, normalmente de forma creciente, para poder llegar al postre con comodidad.

Con los vinos pasa algo similar. Por norma general, no se debe servir un vino con mucho cuerpo antes de uno ligero, porque es muy probable que el primero acabe opacando al segundo y que este nos resulte insípido.

Equilibra los platos con los vinos

El equilibrio entre vino y alimentos es clave cuando hablamos de maridaje, y en este punto el concepto del peso es fundamental para dar con la combinación ganadora.

El peso de los platos hace referencia a su contundencia, a la intensidad de su sabor o a la facilidad para digerirlos. Esto depende de muchos factores, como la propia materia prima, la técnica de cocinado, la complejidad de la receta, la temperatura a la que se sirven los alimentos… Es por eso que una carne guisada nos resulta más pesada que una ensalada.

En los vinos, el peso viene determinado por su intensidad y su cuerpo. Este último depende de la gradación, el tiempo de maduración, la variedad de uva, la concentración de taninos… entre otros factores. Así, un vino blanco y joven es más ligero que otro tinto gran reserva.

La idea es combinar alimentos y vinos de peso similar, como primeros platos con vinos ligeros y segundos con tintos, o pescados con blancos y carnes con tintos. Este equilibrio siempre suele ser garantía de éxito. Los vinos de Just B, por ejemplo, combinan muy bien con pescados, mariscos, carnes blancas y algunos tipos de queso.

Atrévete con los contrastes

Buscar el equilibrio en el maridaje es en principio lo más lógico, pero hacer totalmente lo contrario, buscando el contraste, también puede darnos muy buenos resultados en algunos casos. Por ejemplo, una comida muy contundente y especiada puede pedir a priori un vino con cuerpo, pero esta combinación puede resultar demasiado: un vino fresco y ligero puede ayudar a compensar la pesadez del plato y ayudar a equilibrar mejor los sabores.

Experimenta según tus propios gustos

Y nuestro último consejo es que experimentes, que te guíes por tu instinto y experiencia para crear nuevas combinaciones de sabores, texturas y sensaciones. Los vinos con personalidades únicas, como los de nuestra bodega, pueden sorprenderte mucho en los maridajes más inesperadas. ¡Solo tienes que probar para averiguarlo!